jueves, 9 de octubre de 2008

CARTA DE DON PEDRO GARCÍA MENDOZA, PRESIDENTE DE LA ADORACIÓN NOCTURNA ESPAÑOLA A LA SECCIÓN DE VILLARREAL

La Adoración Nocturna Española

La Adoración Nocturna Española se funda en España, en el año 1877, y llega a esta nación gracias al entusiasmo y amor eucarístico de D. Luis de Trelles y Noguerol que, habiendo conocido la Adoración Nocturna en Francia, se propone traer esta bellísima devoción de amor a Jesús Sacramentado a España.

Después de superar muchísimas dificultades, se celebra la primera Vigilia, en Madrid, en la noche del 3 de noviembre de 1877, en la Iglesia de los Padres Capuchinos del Prado.

Como es sabido, la Adoración Nocturna es una asociación de creyentes que, reunidos en grupos, se turnan velando en las horas de la noche, para adorar a Dios en representación de toda la humanidad y en nombre de la Iglesia, a través de Cristo, y para agradecer al mismo Cristo, Dios y Hombre, su presencia en el Sacramento que los une al Sacrificio redentor.

El adorador nocturno, con su participación en la Vigilia, ejerce ante Dios lo que constituye un deber de toda criatura racional: reconocer que Dios es Dios, que es nuestro Creador, nuestro Señor y nuestro Padre.

Adorando y velando, cumple la misión escatológica de la Iglesia, Esposa de Cristo, que debe estar amorosamente atenta a la venida del Señor (Lc. 12, 37-38).

Agrupados en turnos, con días de vigilia señalados, y cubriendo distintas horas de vela, cumplen dentro de la Iglesia la misión que a ésta encargó el Señor cuando pidió que oráramos ininterrumpidamente.

La espiritualidad propia de la Adoración Nocturna trata de imitar a Cristo adorador del Padre, que durante su vida mortal oraba frecuentemente de noche, y que ahora perpetúa su adoración, su intercesión y su sacrificio redentor de la Eucaristía.

La adoración eucarística es: afirmación expresa, ante los hombres, de nuestra fe en la presencia sacramental permanente de Cristo en la Eucaristía, que deriva del sacrificio y se ordena a la comunión. Es búsqueda de una vivencia más intensa del misterio eucarístico para llenarnos de Él y hacerlo vida en nosotros. Es, en definitiva, un compromiso concreto de ser, con nuestra vida, testimonio de la realidad del amor de Dios presente entre los hombres.

Ser adorador nocturno es disfrutar especialmente del regalo infinito que supone la presencia real de Jesús en el Santísimo Sacramento. Es conversar personalmente con Él, en su domicilio terrestre, durante el silencio de la noche, como Nicodemo. Es sentir la alegría de hospedarle en nuestra propia casa, como el publicano Zaqueo, o como los hermanos de Betania. Es, en definitiva, comprometerse activamente con Jesús para realizar entre los hombres su mandamiento de amor, y para construir el Reino de Dios en la tierra.


La identidad del adorador se define por lo que cree, por lo que practica y por los compromisos que acepta en el quehacer eclesial.

“Dichosos los siervos que el Señor al venir encuentre despiertos;

yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de

uno a otro, les servirá. Y si viene en la segunda vigilia o en la

tercera, y los encuentra así, dichosos ellos.” (Lc. 12, 37-38)

En la primera visita que S.S. Juan Pablo II, de feliz memoria, realizó a España, en 1982, presidió en la primera noche de su estancia en nuestra país, una Vigilia de Adoración Nocturna, y en su alocución a los adoradores de España, dijo, entre otras cosas:

“La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del culto eucarístico.

Jesús nos espera en este Sacramento de Amor. No escatimemos tiempo

para ir a encontrarlo en la adoración, en la contemplación llena de fe y

abierta a reparar las graves faltas y delitos del mundo. ¡No cese nunca

nuestra adoración!”

Y cuando, al año siguiente, devolvimos la visita de Su Santidad, celebrando una Vigilia en la Basílica de San Pedro, en Roma, nos dijo:

“La adoración es un quehacer ineludible de la Iglesia. Vosotros,

adorando a Jesús Sacramentado, cumplís en las Iglesias locales

el encargo que el Apóstol nos hizo de orar sin interrupción

(1 Tes 5, 17), imitando al Maestro que frecuentemente pasaba la

noche en oración. (Lc. 6, 12).”

“La Iglesia necesita de hombres y mujeres como vosotros, convencidos

del valor insustituible de la oración y consecuentes con la obligación

de todo hombre de dar gloria a Dios, como premisa indispensable de

cualquier acción que quiera ser beneficiosa para los demás,”

En la actualidad, en España, la Adoración Nocturna está presente en todas las Diócesis de nuestra nación, y hay en torno a cincuenta y dos mil adoradores nocturnos, entre activos y honorarios, repartidos en un total de cerca de ochocientas Secciones, y formando un total de más de mil novecientos Turnos.

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