jueves, 17 de septiembre de 2009

LA POBREZA

La POBREZA, si sólo es ausencia de lo necesario, no aporta ninguna novedad evangélica. El pobre que se cierra en sí mismo todavía es más pobre. POBREZA significa poner la propia vida en manos de DIOS, y no tener miedo de mostrar a los demás la propia nada. Públicamente un pobre es el que no tiene nada, pero continúa dando.
Jesús en el Evangelio nos muestra una predilección por esta actitud observada en una viuda: “Todos han dado lo que les sobraba, ella en cambio ha dado de lo que necesitaba” (Mc12,44).
Jesús en la Cruz no tenía nada, y sin embargo ofrece el paraíso al buen ladrón. (Lc 23,43).
Dar si no es desde la pobreza, no es gratuita. El hombre tiende por si mismo a buscar o a esperar casi siempre algún provecho de su actividad o comportamiento. La sociedad nos ha educado así y no sabemos hacerlo de otra manera, sino es por una CONVERSIÓN AL EVANGELIO. El SEÑOR nos dice que, cuando invitéis a alguien, que no sean aquellos que después te lo puedan pagar, sino a los indigentes que no tienen recursos para recompensarte.
El POBRE actúa en la gratitud cuando es tratado injustamente y en cambio el responde con justicia, dando la posibilidad a los demás de reencontrar el camino del bien, cuando experimentando la debilidad da fuerza a su HERMANO, cuando sumergido en el dolor y en el desamor, consuela y ama, cuando estando en la oscuridad, da luz, cuando sumergido en la tristeza transmite alegría.
¿Quien recompensa al pobre?. Es DIOS quien le conduce hacia la felicidad de las BIENAVENTURANZAS y le provee de lo necesario para la novedad de una nueva vida. Seguro que la viuda del templo no murió de hambre ya que el SEÑOR recompensa la gratitud con generosidad.




LA CRUZ



El día 14 de este mes de septiembre la Iglesia celebra la fiesta de la EXALTACIÓN DE LA CRUZ. La CRUZ es la SEÑAL del CRISTIANO. En la CRUZ murió Jesús por todos y cada uno de nosotros y por eso LA CRUZ es la SALVACIÓN del mundo.
Todos tenemos que aceptar y llevar nuestra propia CRUZ. Jesús llevó no sólo la suya, sino la de todos y lo malo no es que la llevó , lo peor del caso es que lo dejamos sólo, sólo subiendo la cuesta el VIERNES SANTO.
Volvió la mirada y no vio más que gente mal sanamente curiosa y vociferante, soldados ejecutores de su suplicio … y millones de mujeres y hombres, desde Adán hasta el último ser humano del futuro. Pero iba sólo, sólo. Como un DIOS al que han abandonado los hombres en su última hora.
El había dicho más de una vez: “ el que quiera venir tras de mi, que tome su cruz y me siga”.
Miró hacia atrás, no le seguía ningún amigo, ningún discípulo, ningún enfermo curado por el, ningún comensal de la multiplicación de los panes y de los peces, ningún entusiasta de los que le había acompañado con palmas y ramos el domingo anterior.
Una de las terribles cualidades del dolor humano es la SOLEDAD. El dolor es solitario y a Jesús lo hemos dejado sólo con la pesada CRUZ y ante la gran subida del CALVARIO.
Pero eso no sólo pasó entonces, hoy en día también está pasando algo parecido, los que asistimos los domingos a la EUCARISTÍA somos na ínfima parte de los muchos que se declaran CREYENTES, son muy pocos los cristianos que están comprometidos dentro de la IGLESIA en sus diferentes grupos, catequesis, cantos, congregaciones y asociaciones.
Seguramente en nuestras VIGILIAS DE ADORACIÓN NOCTURNA , Jesús-Eucaristía al ver los poquísimos adoradores que asisten a ella dirá:” ¿DÓNDE ESTAS MIS ADORADORES NOCTURNOS.? Pero Jesús fue fiel a su palabra ahí estará esperando que reflexionemos y actuemos

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