miércoles, 8 de abril de 2009




El jueves, el viernes y el sábado santos, o triduo pascual, simbolizan el cambio del mundo viejo al nuevo. Son los días de renovación a través de la pasión y muerte de Jesús. Estos días son de liturgias especiales y no se ofrecen misas personales de ningún tipo.


En estos días se recuerda la Última Cena de Jesús, con sus 12 discípulos; la traición de Judas, que entregó a Jesucristo para que fuera sentenciado y condenado a muerte; el Viacrusis y la Crucifixión.



El Jueves Santo abre el Triduo pascual con la Misa Vespertina. Así como la Cena del Señor marcó el inicio de la pasión, mientras Jesús se encaminaba a la donación de su vida en sacrificio expiatorio para la salvación del mundo, estableció su mediación objetiva en el rito convivial de la nueva alianza, y relevó su inmensa caridad, que es la base de su pasión y de su muerte.
La Eucaristía, símbolo y fuente de caridad, sugiere una respuesta de amor agradecido mediante la Adoración del Santísimo Sacramento (en el lugar de la reserva solemne).

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