miércoles, 18 de marzo de 2009

LO ESENCIAL DE LA CUARESMA

Que saludable es Jesús. Él es nuestra referencia, el espejo en ue miramos, si queremos vivir con equilibrio y satisfacción. Quien se toma en serio el seguimiento de Jesús, no denota ser un fracasado ni un malhumorado, al contrario, la vivencia cristiana le entusiasma y le llena de energía.
San Pablo disfrutó la experiencia de Jesús de una manera apasionante, se nota que le penetró y le rebosaba. Llegó a ser una vivencia tan decisiva que para resaltarla aseguraba convencido: “Nada vale la pena en comparación con el bien supremo de conocer a Cristo Jesús, mi Señor” (Flp. 3.8). Por eso exhortaba a los cristianos de Filipos a tener los mismos sentimientos y actitudes de Jesús. Y en la misma carta decía:”Cristo es la razón de mi vida”. Expresión sólida y testimonial de la centralidad de Jesucristo en él. No es, ciertamente el único testimonio. Sus escritos rezuman pasión por Jesucristo.
En verdad Jesús es un TESORO. Cualquier tiempo del año litúrgico es oportuno para resaltarlo. En Navidad se evoca que la Palabra Divina, repleta de vida y de luz, capaz de iluminar a toda persona, ha puesto su tienda en medio de nosotros.
Ahora en CUARESMA, el Jesús caminante y comprometido con la voluntad del Padre va a manifestarnos sin ninguna intención orgullosa lo que el Padre le ha revelado para nosotros. Lo hará con humildad y cercanía, pero también con la categoría de Maestro y Señor, testimoniando que es el CAMINO, la VERDAD, la VIDA, la LUZ, la RESURRECCIÓN. Por todo ello merece la pena conocer más y mejor a Jesús y su Evangelio. Constituyen el mejor ideal.
Ahora bien, descubrimos en Jesús dos preferencias o motivaciones que le impulsan y entusiasman: el PADRE y su REINO.
Jesús vive pendiente del Padre, en comunión constante con Él. Esto le marca fuertemente. Se percibe que está habitado por DIOS. Su persona lo simboliza e irradia. Siente que el PADRE lo confirma y apoya. Denota tener conciencia de “HIJO DE DIOS”, y nos indica que nosotros también podemos serlo. Dios lo desea, nos quiere como PADRE.
Jesús revela al Padre de forma natural:”Quine me ve a mi ve al Padre... todo lo que me ha dicho el Padre os lo ha dado a conocer... mi voluntad es hacer la voluntad del Padre”. En definitiva, Jesús desarrolla su vocación personal con esmero y radicalidad porque es fiel y ama al Padre.
Jesús declaró públicamente que el REINO DE DIOS era su gran proyecto y objetivo. Él quiere que el REINO DE DIOS nos apasione también a nosotros por eso proclama las bienaventuranzas y un conjunto variopinto de parábolas resaltando su primacía. Ojala lleguemos a comprender este mensaje: “Buscad primero el REINO DE DIOS y todo lo demás se os dará por añadidura” (Mt. 6,33).
Como todos los grandes calores, el REINO DE DIOS, comienza por uno mismo. No podemos transmitirlo a los demás, si DIOS no reina antes en nuestra persona. LA CUARESMA es tiempo oportuno para volver a meditar en lo esencial del REINO.
EL ADORADOR NOCTURNO, como tal y como cristiano tiene que tener presente que el REINO DE DIOS es un tesoro lleno de vida, es como una semilla que hay que sembrar y después cuidar para que dé fruto ya alcance a todos, es como la levadura que hemos de meter en la masa para que todo fermente.

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